El audio de la mujer que aseguraba haber comprado un monoambiente por 200.000 dólares en el complejo de la zona de Tigre, en el norte bonaerense, disparó la polémica.
Exceso de velocidad, perros sueltos y travesuras de adolescentes son los principales conflictos que se dirimen entre residentes de countries y barrios cerrados, según Alberto Lores Arnaiz, presidente de la Federación Argentina de Clubes de Campo (FACC), quien negó que las diferencias entre clases sociales constituyan un problema.
Los problemas de convivencia dentro de esas urbanizaciones quedaron expuestos tras viralizarse esta semana el audio de una mujer que se quejaba de sus vecinos de Nordelta, a quienes calificaba como “bestias” por tomar mate sentados en reposeras y junto a sus perros.
“Todos toman mate y a nadie le molesta ni hay comentarios al respecto”, dijo sin embargo Lorez Arnaiz, quien calificó el audio difundido como “inverosímil” y aseguró que “no existe conflicto entre clases en los barrios cerrados”.
Para el presidente de la FACC, “los problemas de convivencia tienen que ver con que la gente circula dentro del barrio excediendo el límite de velocidad, que suele ser de 20 o 30 kilómetros por hora; con los animales domésticos que andan sueltos, y otro conflicto, más excepcional, son las travesuras a veces algo vandálicas de jóvenes adolescentes, que aturden con el ruido de las fiestas o circulan de noche en moto”.
El audio de la mujer que aseguraba haber comprado un monoambiente por 200.000 dólares en el complejo de la zona de Tigre, en el norte bonaerense, generó múltiples memes, criticas y la convocatoria a mateadas con perros y reposeras para mañana en ese lugar y en la playa Bristol de Mar del Plata, mencionada por ella despectivamente.
En una postura opuesta a la de Arnaiz, un hombre de 37 años que hace 13 trabaja como gerente en distintos countries del norte bonaerense sostuvo que el conflicto por el mate es “típico” en estos barrios, así como la “competencia” entre la clase alta y la clase media, que “conviven” en estos espacios.
“El mate trae charlas, risas, y ahí todos quieren estar en silencio, concentrados en su tablet o en su libro, sin ver grupos. Si hay grupos son muy discretos”, contó el gerente, quien prefirió no revelar su identidad.
“El de clase media pone el tender en el patio, he recibido quejas por eso, porque el del patio de al lado no quiere ver la ropa”, contó el hombre, y agregó que lo resolvió agregando al reglamento interno un artículo que establece que la ropa debe ser tendida en espacios cerrados para que no se vea.
Para este gerente, quien además es psicólogo, los barrios cerrados son una gran familia donde todos saben quién es quién y están pendientes del otro, en lo material y en lo personal, porque no sólo es importante dónde se viaja o qué autos se pueden comprar, sino también son tema de conversación las infidelidades, las preferencias sexuales y los problemas de adicción.
“La propiedad privada se borra, el barrio es una casa dónde todo se sabe, quién bebe o quién tiene una adicción. En una ocasión recibí quejas porque un propietario corría por el barrio y tocaba las puertas pidiendo auxilio porque creía que lo querían matar”, relató el hombre, que actualmente trabaja en un country de Benavídez, donde hay unas 300 casas.
La mujer, que en el audio de Whatsapp dice ser cirujana, se dirige a Michelle, su agente inmobiliario, para quejarse del comportamiento de algunos de sus vecinos, quienes atentan contra su “estética moral” tomando mate al lado del lago.
Durante la semana, el audio se viralizó y al mismo tiempo se hicieron innumerables memes, como el que muestra una foto de un libro de formato antiguo titulado “Código de estética moral y visual”, publicado por la “editorial Nordelta”.
Ayer, el empresario Eduardo Constantini, creador de Nordelta, habló con la prensa y valoró la “reacción de los nordelteños”, quienes en su mayoría “reaccionaron en contra” de la actitud de la mujer, ya conocida como “la cheta de Nordelta”, en una “clara señal de inclusión”.